A veces me pongo a pensar -si la verdad es que pienso demasiado, según una amiga, le doy demasiadas vueltas a las cosas- en fin, pienso después de leer un libro o ver una película, si esos amores que matan realmente existen. ¿Cuántos de quiénes conocen se mueren de amor?, me pregunto. No puedo evitar recordar a Sabina cuando dice: “porque amores que matan nunca mueren”. Me gustaría preguntar cuantos han sentido que mueren de amor, o para morir de amor es solo para amores imposibles y cuando vives felices para siempre la magia se acaba y es por eso que ahí terminan los cuentos porque ya no hay chiste cuando el héroe se queda con la chica o cuando la chica logra tener al chico.
Bueno la verdad no iba por ahí, cuantas veces te has sentido en realidad que se cumple el mito expresado por Platón de que falta la media naranja, realmente es como decía el filosofo y buscamos fuera lo que deberíamos buscar en nuestro interior, o realmente algunos son capaces de encontrarse y reconocerse y vivir un amor como el que cuentan las historias, completando la naranja con el alma gemela que separaron los dioses.
No sé, no soy capaz de arriesgarme a pensar si es una mentira, aun con los años que tengo sigo siendo una romántica sin remedio. Me apasiono con historias imposibles y con amores que están dispuestos a todo por el placer de estar juntos, por el gusto de tenerse el uno al otro, el placer del contacto con el otro, el sentir que el mundo acaba cuando están juntos que no hace falta mucho más para ser feliz, debe ser que añoro eso, que añoro a alguien que me quiera así, que añoro querer a alguien así. En fin, que brindo por los Romeos y Julietas, por los Tristán e Isolda, por Catherine y Heathcliff, aquellos que tuvieron final feliz o no, pero sin duda supieron que habían encontrado a ese ser que los complementaba. Así me siento aún yo, buscando a quien me pueda completar aunque sea brevemente, pero tener al menos la certeza de que lo pude sentir.
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